Una de las cosas más necesarias y valoradas por todos en la vida, tanto a nivel personal como social, es el trato humano. Por ello en la sanidad y especialmente en la relacion medico-paciente resulta esencial. Aunque hay dos peligros que lo acechan. Y es que, debemos admitir de hecho, que es el trato humano -y no la tecnología- tal vez “el reloj” que mejor marca el verdadero progreso humano.
Una de las cosas más necesarias y valoradas por todos en la vida, tanto a nivel personal como social, es el trato humano.
Se entiende como tal, el ser tratados con dignidad y todo lo que ello representa: respeto, reconocimiento del valor intrínseco de la persona, etc.
Sabiendo que ésta, la Dignidad, es patrimonio de toda la humanidad y por ello es igual para todos, no dependiendo de circunstancias como: edad, salud, sexo, color de piel, nacimiento, creencias, etc.
El trato humano se da por hecho en algunas actividades y profesiones, especialmente en los médicos, y resulta tan natural encontrarlo en ellos como que salga agua del grifo, por ello si no se diera adecuadamente, habría que pensar que existe alguna “avería”, ya sea en el “sistema central de canalización” o por “aumento de presión en el propio grifo”.
Pero no debemos olvidar que el trato humano debe ser siempre bidireccional: no podemos pretender ser tratados como reyes y al mismo tiempo tratar a los demás como animales de carga u objetos, comenzando por los que son diferentes por cualquier circunstancia (edad, salud, color de piel, etc.,) y terminando por los propios trabajadores que prestan servicios sociales o sanitarios.
Y es que, el trato humano, como todas las cosas verdaderamente valiosas de la vida, conlleva algunos peligros que lo acechan, de ahí su redoblado valor:
1. Uno de ellos, es la propia naturaleza humana: conviene recordar que los trabajos -unos mas que otros- son parcelas de poder que la sociedad nos presta, “un poder prestado pues, que hay que devolver, "a veces a precio de usura", en forma de servicio, responsabilidad y generosidad.
Pero el poder puede emborrachar, no solo a los políticos, sino también en todos los trabajos, desde a un portero de discoteca o a cualquier otro trabajador: pudiendo transformarse en tiranos/as, que disfrutan de su poder “prestado” poniendo barreras a los demás y confundiendo el trabajo con su parcela personal.
2. Otro riesgo que acecharía al trato humano, seria la gestión de los servicios sanitarios públicos en las democracias inmaduras o enfermas, que se puede hacer solo bajo un criterio electoralista exento de responsabilidad, tratando de destruir o desvalorizar todo aquello que humaniza a las personas, pues ello dificultaría su manipulación social.
Y es que, debemos admitir de hecho, que es el trato humano, -y no la tecnología- tal vez “el reloj” que mejor marca el verdadero progreso humano.
"Recordamos a este respecto, las luminosas palabras del maestro G. Marañón:“El Humanismo se manifiesta en la comprensión, la generosidad y la tolerancia que caracteriza en todo tiempo a los hombres impulsores de la civilización.Hay que clamar para ensalzar al humanismo, pedir y desear que la juventud sea humanista, o al menos una parte de ella, que bastaría para que se salve el mundo.”